El sentido de la parodia

"No habrá en nuestro país más escritores como Nathanael West; la parodia literaria se extinguió con él, si bien el rescoldo se avivó un tiempo en su cuñado S. J. Perelman. Los destellos del estilo en el último Terry Southern y el metamórfico Gore Vidal han amainado. Están las autoparodias del Hemingway de los años finales y las parodias posteriores de Mailer, tanto de Hemingway como de sí mismo. Estos talentos formidables han sido subsumidos por las realidades de los medios de comunicación; ¿qué autoparodia podría competir con los noticieros televisivos, los comentaristas o aun con el "New York Times"? La realidad norteamericana es más grotesca y cómica que lo que podría concebir el mejor parodista."

(De Harold Bloom: Cómo leer y por qué).

Ahora, ¿puede aplicarse esta misma reflexión a Argentina? Creo que no. El enorme grotesco de toda nuestro sistema político y nuestra vida social asoman muy de vez en cuando en toda su crudeza en la opinión de los medios de comunicación: los periodistas argentinos toman como sagrado, todavía, el código de la objetividad (como si no fuera más honesto hacer lo de Andrés Oppenheimer, que habla explícitamente desde un lugar, desde una trinchera).
El festín de barroquismo bananero/populista de los presidentes argentinos, desde Menem a Cristina, no está dispuesto en toda su riqueza por ningún prosista contemporáneo que conozca, aunque Copi (en "La internacional argentina", p. ej) muestra la faceta de nuestra cultura política como lo que de verdad es: un sistema abierto, pero en el sentido matemático; lugar permanentemente abierto al caos y a la sorpresiva irrupción de una variable que se transforma en dominante, contra todos los pronósticos.

4 comentarios:

La Mantispa dijo...

Un profesor mío de la universidad había publicado un libro llamado "Objetividad, el grito sagrado". El nombre de ese profesor era Daniel Gutman. El libro era densísimo, y si uno se ponía a escribir como ese tipo terminaba convertido en un Longobardi o algo peor.

La Mantispa dijo...

Y lo más paradójico de todo esto, es que el género de humor en la Argentina es, sin excepción, político. Y sin embargo no es parodia. Son bastante autistas y serviles, por lo general, los intentos de parodia que se hacen acá. Y no son parodia, tampoco.

Felipe dijo...

Ja, ja. No se, dicen que la clave de la poesía de Leónidas Lamborghini es la parodia. No sabría decir: a la luz de lo que es el peronisom hoy en dia, a Leonidas Lamborghini le convendría también volcarse a la autoparodia. De Aira si se puede decir que es paródico, pero de un género literario, el de la "novela gótica". En los poemas de Washington Cucurto también hay parodia. Y en Copi también. Y en el hermano de Leónidas, Osvaldo Lamborghini.
Pero yo me refiero a otra cosa: a una parodia política como era la de la revista mad, pero trasladada a la literatura.

La Mantispa dijo...

Eso es lo que yo siempre quise hacer: conmover y cagarme de risa al mismo tiempo. Como en "Las increibles aventuras del Hombre Colador".
(A propósito, estoy escribiendo un cuento corto que se llama "Niggerland", que transcurre en un país africano que tiene los cuatro climas, el mejor de los suelos, las mujeres más lindas del mundo, y que desprecia a los demás paises pero tiene una clase política y una gente del espectáculo de mierda. Es un cuento de un humor negrísimo)