El clavo en el dibujo en la pared


En In fraganti, la última compilación de textos cortos de narradores argentinos contemporáneos, hay un texto de Mariana Enríquez ficcionando el célebre caso policial de las hermanas que asesinaron a cuchilladas a su padre como parte de un rito satánico a fines de los '90.

Una cosa que vi en ese texto me hace pensar en los temas y motivos, en las recurrencias de artefactos verbales más o menos orgánicos y calcificados en el acerbo de una tradición literaria, y qué validez estética tiene, digamos, tomarlos así como vienen sin una intervención del autor sobre ese material.

La narradora del cuento de Enríquez es la menor de las hermanas Vásquez. Su narración es la explicación delirante de la sucesión de hechos que culminaron en el patricidio que cometió con ayuda de su hermana. Durante las primeras páginas describe a la madre, una mujer obesa y postrada en una cama, asqueada por la relación incestuosa entre su marido y la mayor de sus hijas. La narradora describe cómo, pocos días antes de que la madre muriera en su cama, ella escuchaba golpes de martillo en la pared de su habitación. Al tiempo de la muerte de esta mujer, las dos hijas y el padre se mudan de casa y tras un armario, la hermana menor descubre la silueta de la difunta dibujada en tiza con un clavo en el corazón.


En el libro tercero de Adán Buenosayres se repite el motivo.

"...Samuel Tesler inició aquel sombrío relato de amor y de odio. Había ocurrido en Besarabia, su tierra natal, de la que tenía vagos recuerdos infantiles. Una mujer y un hombre: ella, tan adorable como desdeñosa; él, víctima de un amor no correspondido que se trueca luego en un rencor implacable. Los dos vivían en la misma casa, muro por medio. Sucedió que la joven, inesperadamente, comenzó a manifestar señales de una rara dolencia, la cual hacía crisis a medianoche y en el instante cabal en que del otro lado de la pared resonaban tres fuertes martillazos. Día tras día, no bien los campanarios daban a la medianoche, se oían los tres martillazos en el muro y la enferma se agravaba. Un mes duró su agonía inexplicable; al cabo del cual, y con el último golpe del martillo, la mujer entregó su alma. Días más tarde su enamorado vecino desapareció misteriosamente. Y cuando la policía entró en su cuarto, halló que sobre la pared (aquella que lindaba con el dormitorio de la muerta) se veía un contorno de mujer dibujado a lápiz, en cuyo corazón alguien había metido un clavo, profundamente. El martillo estaba en el suelo."


La primera reacción, aturdida y periodística, es gritar internamente a los cuatro vientos "¡plagio!", pero está claro que no es ese el punto.


El uso de nuestro motivo en Adán BuenosAyres es típico de la novela: se relaciona con la anécdota, que funciona como digresión y no aporta nada central al sentido -o "mensaje" o "tema"- del relato. En cambio, dentro del cuento de M. Enríquez está imbricado en el centro: tanto en la trama, porque aporta información sobre la visión paranoide y alucinada de la narradora, como de su relación con los otros personajes centrales (ella era la "aliada" de su madre, y ambas estaban enfrentadas con su hermana mayor por la posesión del padre) y un elemento central en el sentido del texto.
Porque en la silueta de tiza dibujada en la pared, la narradora simboliza lo que dispara la catástrofe familar -el rol fantasmal y borrado de la madre que podría haberlas salvado de la tragedia-.

En fin, los temas y motivos cuestionan para mí un valor de la literatura moderna: la individualidad del autor, su ser gestor del "progreso" literario.
Pero obras enteras -y en los más variados géneros y generando las más disímiles transposiciones- se han basado sobre motivos trillados (como el del convidado de piedra). Sin embargo, los temas y motivos también habilitan un uso propio de cada autor, como se ve en este cuento.

¿Alguien puede ayudarme a aclarar este berenjenal?

2 comentarios:

La Mantispa dijo...

Es bastante paradójico, en reañidad. Si por un lado ayudan a definir los rasgos individuales del texto, por otro lado los anulan y los ponen en pie de igualdad. Me parece a mí que los ponen más en pie de igualdad y los anulan, ni para bien ni para mal; sólo se trata de una fórmula de comprensión... pero por otro lado, grandes escritores han hecho obras muy grossas sin teorizar tanto. Estoy pensando en Roberto Arlt, o en Dino Buzzati... por ejemplo, Buzzati esta lleno de motivos, más que de temas, y sigue estando de base el hecho de que escribe "para" la obra, no para un marco taaan general...

Felipe dijo...

Temas y motivos culturales o simbólicos están más o menos presentes en toda la literatura: pueden tomar la forma de micro-relatos dentro del relato o unidades narrativas más chicas.
Hay escritores que parecieran no hacer uso de eso y ser "más originales", pero si uno se pone a pensar en las maneras tan diversas en que circulan los temas (a través de formas orales como el chiste, la anécdota, el "exemplum", la parábola)además de las literarias, hasta el más reo de los escritores cae en ellos.
Arlt está lleno de temas