Pateando el empedrado escuchás historias que el costumbrismo pedorro de pol-ka nunca recogería

Es un lugar más que común decir que las propiedades dicen cosas acerca de sus dueños. En realidad, las casas deshabitadas reflejan los hábitos cristalizados, como una huella en el barro indica el peso y la altura del que pisó.
Por eso me cayó bien la pareja que vivía en un departamento, todavía amoblado, puesto en alquiler: habían elegido para su hijo la habitación más espaciosa y todavía estaba ahi la cuna y una pizarra donde había un dragón parado como Godzilla diciendo "Hola!"; también habían transformado la habitación de servicio en una especie de camarote con un escritorio y bibliotecas en todas las paredes. La única condición para alquilarlo era que todos los muebles se tenían que quedar. Cosa rara, y acá está la explicación:
el departamento era propiedad de una pareja que murió en un accidente de tránsito y el hijo, heredero del departamento, había quedado a cuidado de una abuela.
Sumergirse como inquilino en la infinita tristeza de esa historia podría producir una obra maestra; claro que la gente de las inmobiliarias suele ser tan hija de puta que puede haber inventado esta tragedia, digna de Kieslowski. En cualquier caso, lograron conmoverme.

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