Escenas de la anomia argentina. Hoy: el Correo Argentino

Una señora de 45 años se pasea por toda la oficina y le pregunta a todos, "¿usted me vio entrar? ¿Vio que hablaba con alguien?" Después se va a hablar con el personal de despacho de encomiendas. Un pibe le dice: "Hicimos un montón de pedidos para que nos pongan seguridad y no nos dan pelota. No podemos estar sin una persona de seguridad acá". La señora sigue interrogando a los tipos sentados: "¿no escuchó lo que me decían? ¿no escuchó que un señor me decía que era de Pago Fácil en voz alta?"
Entra un tipo de 60 años de impermeable, nervioso:
- Vengo a pedir un formulario.
- ¿Un formulario de qué?, le pregunta un cara de molleja atrás del mostrador.
- ¡De renuncia!
Se lo dan y se va rajando a llenarlo. A los cincuenta segundos vuelve.
- Se me rompió. Deme otro.
La señora ahora pasa a explicar y hace una catarsis ante un auditorio de personas a las que les chupa un huevo todo. "Me hicieron el cuento del tío. Un tipo de uniforme me dijo que era de Pago Fácil y me sacó 200 pesos. Con razón, cuando le di la factura, que era de $130, me dijo 'pero esto son como mil pesos'. Menos mal que no me agarró distraida".
Una empleada del correo se pone a gritar, atrás de la ventanilla. "No le den plata a nadie. No le den plata a nadie. Los únicos autorizados a cobrar somos nosotros. Hace meses que venimos pidiendo a una persona de seguridad".
La conclusión de la señora estafada: "Nunca me habían hecho el cuento del tio. Lo que pasa es que en Argentina siempre hay una nueva que no sabés. Para robar tenemos una imaginación de lo más frondosa. Para trabajar, no tanto".

No hay comentarios: